Orientaciones de análisis político



Orientación semántica:

Uno de los puntos de discusión más importantes que se han discutido respecto al asesinato de Jaime Garzón tiene que ver con la incertidumbre ante quién tuvo la mayor responsabilidad por el asesinato del periodista, teniendo en cuenta las distintas acusaciones que se han dado respecto al caso.

Por tal razón, es necesario tener claro el concepto de “Autor” y de “partícipe” que define el Código Penal Colombiano:

-Autores: Es autor quien realice la conducta punible por sí mismo o utilizando a otro como instrumento.

Son coautores los que, mediando un acuerdo común, actúan con división del trabajo criminal atendiendo la importancia del aporte.

También es autor quien actúa como miembro u órgano de representación autorizado o de hecho de una persona jurídica, de un ente colectivo sin tal atributo, o de una persona natural cuya representación voluntaria se detente, y realiza la conducta punible, aunque los elementos especiales que fundamentan la penalidad de la figura punible respectiva no concurran en él, pero sí en la persona o ente colectivo representado. (…)
(Artículo 29 del Código penal).

-Partícipes: Son partícipes el determinador y el cómplice.

Quien determine a otro a realizar la conducta antijurídica (…).

Quien contribuya a la realización de la conducta antijurídica o preste una ayuda posterior, por concierto previo o concomitante a la misma . (…)
(Artículo 30 del Código penal).


Y de igual forma, es importante aclarar el uso frecuente de los conceptos de “autor material” y “autor intelectual”. Cosa que expone el abogado de la Universidad Nacional Álvaro Orlando Pérez Pinzón, afirmando que:

Autor material es quien realiza la conducta definida en el tipo, en cualquiera de sus varias connotaciones, es decir, directo, con división de funciones, mediato, a nombre de otro, etc.; mientras determinador -antaño autor intelectual-, es quien hace nacer la idea criminal –determinador en estricto sentido- o refuerza el germen delictivo ya surgido en otro –instigador, en estricto sentido-.

Por tanto, para dar un balance entre cualquier posible discrepancia entre definiciones, la categoría de “autor material” se encontrará dentro de la definición de “Autor” del Código penal, a su vez que la categoría de “autor intelectual” se encontrará dentro de la definición de “partícipe” del mismo Código.
Bajo la luz de la Ley colombiana, diversos actores que tuvieron implicados en el asesinato de Jaime Garzón y en las irregularidades del proceso de investigación realizada por la Fiscalía, cumplen con las características de los cargos previamente definidos según corresponda al grado de responsabilidad que cada uno tuvo al respecto.

De esta manera, dentro de la categoría de ‘Autor’ entran los sicarios que dieron de baja a Jaime Garzón, en primera instancia, y por razones lógicas; y Carlos Castaño Gil, en tanto fue él quien directamente dio la orden a los mismos sicarios, mas la idea de asesinarlo no provino de él, según declaraciones.

Dentro de la categoría de ‘Partícipe’ –más como “instigador” y “determinador”–, entra el ex sub-director del DAS José Miguel Narváez, en tanto fue él quien incitó a Castaño para que dirigiera la orden final; y quien estuvo al frente de proporcionar las irregularidades principales ante el proceso de la Fiscalía.

Y dentro de la categoría de ‘cómplice’ entran todos los actores secundarios que colaboraron en la realización de ambos acontecimientos. Entre ellos, están los testigos falsos y los fiscales a cargo de la investigación.



Orientación normativa:

En tanto al enfoque normativo, la responsabilidad ante el asesinato de de Jaime Garzón, como de la irregularidad del proceso de investigación, recae, a fin de cuentas,  en el mismo organismo de seguridad del país (Fiscalía y DAS), ya que se ha mostrado la incompetencia en la labor de velar por la seguridad del pueblo colombiano, además de evidenciar en buena medida, los nexos que han tejido algunos de sus altos mandos con los paramilitares.

El daño se acrecienta más en cuanto no sólo se cometió un crimen grave, sino que también se quiso encubrirlo a los medios.



Orientación política:

¿Qué consecuencias políticas trajo el asesinato de Jaime Garzón?


Para entender con precisión los efectos que trajo la muerte de Jaime Garzón en el panorama político colombiano, es pertinente mirar un poco atrás de los fatídicos hechos del 13 de agosto de 1999. Con el fin de comprender las influencias que ejercía Garzón en los ámbitos sociales y políticos de la nación.

¿Quién era Jaime Garzón y que ideales políticos representaba para Colombia?


Antecedentes





Fundamentalmente Garzón se consolidó como un humorista político en la mente de todos los colombianos, con sus irreverentes y satíricos programas de televisión, entre los que se destaca Zoociedad y el Noticiero Quac, cuyos contenidos siempre se caracterizaron por el alto contenido de humor negro y de crítica política. Nadie escapaba a sus burlas, que sin pena exponía de manera cruda y analítica la situación política por la que atravesaba el país. Poco a poco su labor humorística contribuyo a consolidar una opinión crítica sobre los temas políticos en el público colombiano, quién a través de los ojos de Garzón, pudieron moldear su propia visión de los gobiernos de César Gaviria y Ernesto Samper, en especial las duras críticas al último, debido a su famoso escándalo del proceso 8000. Gracias a su extroversión y grandes labores de denuncia, Garzón, como era de esperarse, se ganó más de un enemigo, que lo consideraba impertinente en su manera de expresarse y pensar, encontró antipatía especialmente en los sectores de derecha.

Aunque su actividad como humorista político, no fue lo único que le trajo problemas. Si bien es conocido, actualmente, que Garzón en su juventud, alrededor de los 18 años, fue parte de las filas del ELN atraído por los ideales marxistas – leninistas, sin embargo no duró mucho tiempo en la milicia, se había decepcionado de lo que aquellas organizaciones profesaban, estaba en especial desacuerdo con sus métodos. Aún así esta experiencia le dejo muchos contactos y vínculos con esta fracción de las fuerzas revolucionarias del país (como el permanente contacto con el vocero, Francisco Galán), y en su mente,  ideas comunistas – liberales acompañadas de una incapacidad de guardar silencio ante los actos de lesa humanidad como el secuestro, convirtiéndose así en uno de los principales activistas de los diálogos y el proceso de paz. Anteriormente Garzón había estado trabajando en el PNR (Plan Nacional de Rehabilitación) que comenzó en el gobierno de Virgilio Barco. También tuvo un corto trabajo en la alcaldía de la localidad de Usme, en el programa radial La Lechuza y en el noticiero CMI. Lo que poco a poco lo consolidó como una figura vital de la opinión pública, con gran capacidad de influir con sus mensajes a la sociedad.

Garzón se convirtió en el símbolo de la expresión de libertad de prensa, la voz de denuncia ante las injusticias tanto del gobierno , como de las guerrillas. Más importante aún, era el personaje que de algún u otro modo, mantenía distensionadas las relaciones entre los diferentes partidos políticos (Liberales – Conservadores) y la relación entre el estado y los organismos al margen de la ley, tensiones que se venían agravando y acumulando después del auge del narcotráfico y los carteles de las drogas (la época de Pablo Escobar) debido a que satirizaba todas las situaciones, ridiculizando tanto al gobierno como a las guerrillas, fuese para bien o para mal, evitaba roces innecesarios.

Este creciente poder no pudo ser ignorado por personajes de la cúpula militar colombiana como el ex comandante del Ejército Nacional Jorge Enrique Mora Rangel, quién siempre sospecho y se mostró displicente de las actividades de Garzón y  su constante participación con los procesos de liberación de los secuestrados por parte del ELN y las FARC, hecho que tampoco pudo pasar desapercibido para el comandante general de las AUC, Carlos Castaño, que tampoco veía con buenos ojos las “intromisiones” de Garzón, ya que este se declara enemigo ideológico natural de las guerrillas.

Después de la muerte de Jaime Garzón…




 



El panorama político se vio fuertemente agitado, Garzón era un líder, con el murieron la esperanza de sacar adelante los diálogos para liberar a los secuestrados, la posibilidad de un cese al fuego con el ELN, las FARC y el EPL, en general, pero también se afectó la libertad de expresión de los periodistas, se evocó ligeramente los vestigios de los días de Escobar donde hablar con libertad era firmar un testamento. Fue un golpe para la ideología liberal – comunista, decayó significativamente el ejercicio de la opinión pública y su construcción crítica de la sociedad, se retorno al uso del miedo como arma de persuasión. Claramente el objetivo principal del asesinato de Jaime Garzón, fue el de entorpecer el desarrollo del proceso de paz.

Pero ¿Quiénes? Y ¿Por qué?, es una pregunta que hasta la actualidad sigue siendo un misterio, sin embargo se pueden dar varias conjeturas del caso. Los más interesados en la muerte y/o desaparición del mapa de Garzón, eran Jorge Enrique Mora Rangel, Miguel Narváez y Carlos Castaño, no obstante cada uno tiene o tuvo sus propias razones para querer desaparecerlo. El primero siempre se mostró detractor de Garzón y constantemente cuestionaba sus actividades como mediador entre las guerrillas y el gobierno, temía que Garzón pudiese encontrara más de una irregularidad en la forma de proceder del ejército en el proceso de paz. Además en varias declaraciones de otros jefes paramilitares como Mancuso, se menciona que Mora mantenía estrechas relaciones con Carlos Castaño. Narváez por su parte era de corriente ideológica de Ultraderecha, en la época que mataron a Garzón, era asesor del ministerio de defensa y del DAS, al tiempo que daba clases en la Escuela Superior de Guerra, donde daba una cátedra llamada “por qué es lícito matar comunistas en Colombia”, demostrando así un profundo desprecio por actividades de corriente liberal, las cuales Garzón representaba a la perfección. Tiempo después se comprobó que Narváez era pedagogo principal de las AUC y que tenía muchos vínculos con ellos, llego a ser considerado la mano derecha de Castaño. Por último el líder de las AUC, le fastidiaba el apoyo y diálogo de Garzón con las guerrillas, puesto que se consideraba enemigo de ellas, nunca consideró que ese era un oficio pertinente a un simple humorista. En los últimos días de vida de Garzón, a través del contacto de Ángel Gaitán Mahecha, contactó con Carlos Castaño, acordando verse el 14 de agosto para discutir temas de los secuestrados y el proceso de paz. Probablemente se trataba de una trampa para el periodista.

Consecuencias a largo plazo


No solo se entorpeció el proceso de paz, si no que se dejó al descubierto, la penetración de los paramilitares en organismos gubernamentales como el Ejército Nacional y el DAS. Poco a poco se fueron revelando a la luz pública las actividades irregulares en dichas entidades, situación que se agudizo a partir del 2004, al ser absueltos los principales acusados del crimen de Garzón, alias Bochas y Toño; pertenecientes a una banda delictiva de Medellín de nombre La Terraza. A partir de ese instante las incoherencias por parte del subdirector del DAS, Narváez, comenzaron a salir a flote, posteriormente con la captura de algunos jefes paramilitares como alias Don Berna, El Iguano, Salvatore Mancuso, H.H. y Rito Alejandro del Río, declararon que había sido Narváez el principal instigador para que Castaño mandara a matar Garzón.



Ya en el 2006 se abre la investigación contra Narváez y varios funcionarios del DAS, como el director Jorge Noguera y el director de inteligencia del DAS, Enrique Ariza, también implicados en escándalos de nexos con paramilitares, por parte de el fiscal general de la nación, Mario Iguarán. Por otro lado se acusa del crimen al comandante de las AUC, Carlos Castaño, sin embargo en el 2004, desaparece de toda actividad política y/o relacionada con las AUC, se especula que murió de causas naturales o fue ajusticiado por los mismos miembros de las AUC, cuestión que ayuda a dificultar el proceso de esclarecer el asesinato de Garzón. Sorpresivamente del comandante general Jorge Enrique Mora no se habla ni se dice mayor cosa, se sabe que se retiro del Ejército Nacional en el año 2003 y actualmente se desempeña como Alto consejero para la Seguridad de la gobernación de Cundinamarca, nunca se le abrió un proceso de investigación a pesar de que habían fuertes testimonios de sus nexos con los paramilitares.

Se podría decir que la muerte de Garzón fue la antesala o el detonador que sacó a la luz pública la corrupción del Ejército Nacional y del DAS (sin contar lo ya mencionado sobre el proceso de paz). Fue la suma de otros graves asesinatos que hasta el día de hoy siguen impunes, como el caso de Luis Carlos Galán, Álvaro Gómez Hurtado, Jesús A. Bejarano (ex comisionado de paz del gobierno de Gaviria, asesinado un mes después de Garzón). No obstante los hechos se caen de su propio peso, solo que estamos observando las consecuencias de una manera tardía, posteriormente a los vínculos de paramilitarismo, se le añade el escándalo de las chuzadas a Narváez y a Noguera, acciones que en sumatoria terminarían con el cierre y disolución definitiva del DAS el 31 de octubre del 2011. Los hechos han evolucionado. Sería muy arriesgado decirlo pero se podría especular que, el asesinato de Jaime Garzón, fue directamente (o indirectamente) el causante de la disolución del DAS y la antesala del actual fenómeno que vivimos ahora, llamado la parapolítica.

Sitios utilizados para desarrollar este análisis:










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